Rudyard Kipling
Serás un hombre (Si)
«Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededo
Si cuando todos dudan, fías en tu valo
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza
Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad
Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.
Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.
Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.
Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.
Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado
Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío….»
John Henry Newman
Discursos sobre la Universidad (1852)
«Podría decirse que prácticamente la definición de un caballero es la de aquel que nunca inflige dolor. Esta es una descripción tan exacta como refinada. Un caballero se ocupa principalmente en remover aquellos elementos que obstaculizan la libre acción de quienes que lo rodean. Procura colaborar más que encabezar iniciativas por sí mismo. Si bien la naturaleza nos provee de los medios naturales para el reposo y nos ofrece el calor animal, los beneficios de un caballero pueden equipararse a la comodidad que nos brinda una silla confortable o un buen hogar encendido; ambos mitigan nuestro frío y fatiga. (…) Sus ojos están puestos en todas sus compañías, es considerado con los tímidos, gentil con los distantes y misericordioso hacia los absurdos. Recuerda a todas las personas con quienes estuvo conversando. Se cuida de hacer acotaciones impetuosas o mencionar temas irritantes. Rara vez destaca como centro en las conversaciones y, sin embargo, jamás resulta tedioso. No le pesan los favores mientras los realiza y parece recibir precisamente aquello que está confiriendo. Nunca habla de sí mismo excepto cuando está obligado y jamás se defiende mediante una simple réplica. No tiene oídos para los chismes ni las calumnias. Es escrupuloso para comprender los motivos de aquellos que interfieren y trata de interpretar todo de la mejor manera posible. Jamás es desconsiderado o mezquino en sus disputas ni tampoco se aprovecha de ventajas injustas. No confunde las personalidades ni tampoco deja de ver la diferencia entre lo que es una observación tajante y un verdadero argumento. Tampoco hace insinuaciones sobre hechos nefastos sobre los que no pueda a hablar francamente. Ejerciendo una prudencia de largo alcance observa la máxima de aquella antigua saga que dice que debemos conducirnos con nuestros enemigos como si un día fueran a ser nuestros amigos. Tiene demasiado sentido común como para sentirse afectado por los insultos, está suficientemente ocupado como para recordar injurias pasadas y es lo suficientemente indolente como para soportar las malicias. Es paciente, contenido y resignado a los principios filosóficos. Soporta el dolor porque sabe que es inevitable, las aflicciones porque son irreparables y a la muerte porque es su destino. Si entra en algún tipo de controversia su intelecto disciplinado lo preserva de cometer una desatinada descortesía propia de las mentes menos educadas. (…) Así como es de simple es de fuerte, así como es breve es también decisivo. En ningún otro lugar encontraremos mayor candor, consideración e indulgencia. En sus argumentos con sus oponentes no olvida sus propios errores. Él conoce la debilidad de la razón humana así como su fortaleza, su competencia y sus límites (…).